El éxito de asistencia al primer concierto de Karol G en Santiago es similar a las alarmantes cifras de deserción escolar en Chile. Me escandalizó escuchar en el Conversatorio de Propuestas desde la Sociedad Civil para la transformación educativa que los 50.814 estudiantes que están fuera del sistema educativo (Mineduc, 2023), equivalen a más de un Estadio Nacional cantando los éxitos de La Bichota. Todos los concurrentes nos miramos y nos impactamos.

En el escenario actual de desmotivación generalizada, tanto a nivel de estudiantes como de los docentes -quienes en promedio duran en Chile sólo 5 años enseñando (U.de Chile 2021)- emergen varias miradas sobre cómo resolver el problema. Una de ellas sugiere, entre otras medidas, que  las tecnologías digitales son una herramienta dinamizadora que puede reconectar a los estudiantes con sus propios procesos de aprendizaje y permitir la diversificación de las estrategias pedagógicas. 

Es evidente que las tecnologías están tensionando al máximo el proceso de enseñanza actual. De hecho, en el reciente proceso participativo del Congreso Pedagógico y Curricular realizado por el Ministerio de Educación aparece relevado, por primera vez, la “Computación y alfabetización digital” en el análisis del qué y cómo aprender. 

Es cierto que la hiperconectividad de los niños, niñas y jóvenes despierta la preocupación de muchos, pero no se trata de más pantallas, se trata de educar en tecnología. Cualquier innovación educacional que pretenda ser efectiva debe atender simultáneamente a dimensiones tecnológicas, políticas y culturales del cambio educativo (UNESCO 2022). 

Adhiriendo a la visión del Ministerio de Educación, creemos que es fundamental educar en el uso seguro y responsable de los dispositivos tanto dentro como fuera del aula, tarea que requiere ser compartida con las comunidades educativas. El uso intencionado, consciente y mediado de las tecnologías digitales en los procesos de enseñanza-aprendizaje permite a través de metodologías activas fomentar el desarrollo de habilidades transversales como la adaptabilidad, el pensamiento crítico, la creatividad y la innovación, además de incidir en la manera en que los estudiantes se desenvuelven en la sociedad digital, mejorando su capacidad de aportar a ella y a su empleabilidad futura.

Tras varios años de trabajo en el empoderamiento digital de docentes, en Fundación Kodea hemos evidenciado que dotar al sistema educativo de conocimientos, metodologías y herramientas tecnológicas e innovadoras ayuda a crear entornos colaborativos en el aula, despierta la motivación y permite reconectar a los estudiantes con sus procesos de aprendizaje. 

Porque así como vibró el Estadio Nacional hace algunos días, queremos que surja una revitalizada motivación de docentes y estudiantes, para lo cual la tecnología es un elemento clave, porque una educación pertinente al siglo XXI consiste en educar a las actuales generaciones en el uso ético y productivo de las herramientas digitales, promoviendo la búsqueda de sentido y propósito al desarrollo tecnológico para que redunde en beneficios positivos para el planeta y los seres que lo habitamos.

 

Claudia Jaña Z.
Gerenta de Educación
Fundación Kodea